El lema de Porfirio Díaz era "orden y progreso". Sabía que México tenía muy mala fama en el extranjero, por un lado por la inestable situación política, y por otro lado por las enormes cantidades de deudas que tenía el país. Para avanzar económicamente era necesario atraer más capital extranjero. Entonces tuvo que restablecer la credibilidad de México. Eso sólo se pudo lograr en un país pacífico:
Pacificación
El primer objetivo de Porfirio Díaz era la pacificación del país, la cual era necesaria para desarrollar la economía. La población apoyaba este deseo, ya que estaba harta de la inestabilidad de los pasados cincuenta años.
A los generales sediciosos, Díaz los combatió en el campo de batalla o les paró derrotando sublevaciones ya en su nacimiento. "Díaz se puso en plan de filósofo militar y dijo: 'Vale más prevenir un desorden y cortar cualquier asonada que combatirla después que ha estallado' ".Otra parte del ejército se ocupó de los indios desobedientes como los apaches y los yaquis, combatiéndolos con métodos bárbaros. Con los bandoleros, el tercer grupo de enemigos de la tranquilidad pública, se acabó aprovechando de la ley contra plagiarios y ladrones y de la ley fuga. Con el mismo rigor se contuvieron las tendencias rebeldes en el campo, aceptando que se produjeran numerosas víctimas inocentes.
La pacificación costó mucho dinero, pero al final se consiguió. Para asegurar esta paz porfírica instaló varios medios represivos.
Progreso Económico
Porfirio Díaz realmente logró que se desarrollara la economía y la infraestructura. Por ejemplo extendió la red de ferrocarriles de unos 700 kilómetros al principio de su gobierno, a unos considerables 25.000 kilómetros en 1911. La red telegráfica creció con la misma velocidad de 9000 Km en el ano 1877 a 40.000 Km diez anos después. Se construyeron puertos en las dos costas para conectar mejor con el mercado mundial y desatarse de la dependencia de América de Norte. La producción de plata se quintuplicó durante el Porfiriato, la industria textil, la metalurgia y la industria transformadora aumentaron la producción, las exportaciones subieron el triple y las importaciones unas seis veces.
Sin embargo, todos esos éxitos no pueden esconder que también había defectos en la economía. El crecimiento en la agricultura sólo suponía la mitad del crecimiento de la industria, así que México al final tuvo que importar productosalimenticios. Aparte de eso en las ciudades no se logró absorber la mano de obra que huyó del campo en busca de trabajo. Y - quizás siendo el aspecto más importante - la dependencia del extranjero creció paulatinamente, porque el capital invertido en ramas como la minería, el petróleo y la industria pesada casi siempre era capital extranjero.
Las superficies cultivadas, que antes habían sido propiedad común de las comunidades en los pueblos (es decir, los ejidos), también se vendieron al extranjero, así que más o menos la quinta parte del suelo se pasó a empresas extranjeras.
Entonces la economía verdaderamente floreció, pero se acentuó demasiado una política maquiavélica, sin tener en cuenta las desventajas que iba a traer.
Concentración del poder de Díaz
El ejército quedaba bajo disciplina de guerra y estaba omnipresente en el país. Impedía que se pudiera desarrollar una rebelión contra el estado, tanto por matar directamente a sus enemigos como por meterles forzadamente en las tropas.
El campo lo controlaban sobre todo los rurales, una policía montada que consistía en delincuentes reclutados, en total una tropa de 3000 hombres. Como tercer grupo ejecutivo existía la policía regular y la policía secreta. Todos podían aprovechar la ley fuga, casi un equivalente a la pena de muerte. La ley les daba el derecho de fusilar a los delincuentes si trataran de escaparse; claro está que eso dio paso a interpretaciones muy generosas. Los que acabaron en la cárcel no fueron más afortunados, como la insalubridad total, que pronto causó la muerte. Otros fueron mandados a las plantaciones en Quintana Roo, Yucatán o Veracruz, donde los presos normalmente no sobrevivían más de un ano por las condiciones de trabajo en un clima insoportable, o fueron forzados a luchar contra los mayas.
Todo esto explica por qué no era posible que se formara una movida de resistencia; el poder del Porfiriato ya había llegado a un punto incombatible
Sistema político
En el campo político Díaz también concentró su poder. Centralizó el poder bajo el lema "poca política, mucha administración", es decir, él nombró los jefes regionales, los caciques, sin que estos fueran elegidos por la población. Si los caciques llegaran a serle incómodos a Díaz, les despedía. Se habla de la política de pan y palo; las personas que le apoyaban a Díaz conseguían poder y riqueza, los enemigos del sistema experimentaban toda la dureza del líder. Su pasado como soldado exitoso le permitió controlar bien el militar. Introdujo la censura de la prensa. La iglesia no estaba en contra de Díaz, porque él la toleraba aunque las leyes, que todavía provenían de la era de Juárez, eran muy anticlerical. En 1890 cambió el artículo 78 de la constitución para permitirle la reelección indefinida. Así el sistema iba desarrollándose hacia una autocracia. En el gabinete estaban los llamados científicos, intelectuales jóvenes que se preocupaban de la teoría del positivismo y de la tecnocracia.
La realidad de la población La situación de los campesinos.
Para la gente del campo la situación empeoraba. Los ejidos, es decir, el suelo que había pertenecido a la comunidad de un pueblo ya en los tiempos precolombinos, los adquirieron los hacendados o empresas extranjeras.
Más de un cuarto de la superficie de México pasó a manos de 834 personas. Eso muestra cómo se percibía a los indígenas: No fueron reconocidos como propietarios de las tierras comunes. Como consecuencia, los campesinos se quedaron sin tierra y tuvieron que trabajar como peones para los latifundistas. En efecto una tercera parte de la población mexicana estaba esclavizada de esta manera. El peonaje funcionaba así: Los trabajadores debían dinero al hacendado y entonces estaban obligados a trabajar para este. Este les pagaba un salario de hambre, pero no en efectivo, sino en vales que sólo se aceptaban en la tienda de raya del mismísimo hacendado, donde los precios eran exorbitantes. Entonces los peones tenían que pedirle aún más dinero al hacendado y las deudas se transmitían de padres a hijos a nietos. Una jornada normalmente consistía de unas doce horas, no había días libres y los trabajadores podían ser forzados a latigazos.
El gobierno de Díaz apoyaba todo esto, ya que estaba más interesado en la economía que en el bienestar de la población. Los peones no se podían escapar de su esclavitud, porque en este caso los rurales aplicaban la ley fuga. La iglesia católica, tolerada por Díaz, tampoco se metía en estos asuntos.
La situación de los obreros.
Los obreros que no trabajaban en el campo no vivían mejor. Los salarios estaban bajísimos para todos, sea para los sirvientes domésticos o para los soldados de línea. Sin embargo, los gastos de vida estaban tan altos como en los Estados Unidos.
Turner aduce que en 1909 el maíz, por ejemplo, costó casi el doble en la ciudad de México que en Chicago. Además describe las condiciones de alojamiento que sufrieron muchos. Menos de un 20% de las casas en la capital tenían abastecimiento regular de agua, lo cual llegó a una insalubridad fatal.
Los trabajadores no tenían derechos. No existían sindicatos, las huelgas estaban prohibidas, incluso se castigaba el sólo intento de pedir una alza de los salarios.
Solamente estaban permitidos las asociaciones mutualistas, "herencia de pasados días".
No obstante, en 1906 se produjo una huelga en una mina de cobrenorteamericana en Cananea, The Cananea Consolidated Copper Company. Los obreros exigieron entre otras cosas una subida del sueldo a cinco pesos, una jornada de ocho horas, el derecho a ascenso y una cuota de tres cuartos de trabajadores mexicanos y un cuarto de extranjeros. Eran los primeros en reivindicar semejantes cambios. La polémica estalló pronto, cuando los hermanos Metcalf arrojaron agua sobre los manifestantes y estos respondieron echando piedras, lo que llegó a la contrarrespuesta de matar a un obrero de un tiro. Al final del día habían fallecido diez trabajadores y los hermanos Metcalf. Entonces el gobernador de Sonora, Rafael Izábal, pidió ayuda a los americanos pretextando una guerra racial, y la huelga se acabó violentamente. A los líderes los metieron en la cárcel.
Otra huelga en el estado de Veracruz incluso muestra más claramente el papel de Porfirio Díaz en la opresión del pueblo. En una fábrica textil de Río Blanco se organizó un circulo de obreros que pronto convocó a paros y huelgas. Tanto los obreros como los empresarios pidieron ayuda a Porfirio Díaz, que decidió que el día siete de 1907 los obreros volvieran al trabajo. Cuando los obreros se negaron y siguieron en huelga, Díaz mandó al ejército. Al final de la lucha estaban muertos o heridos unas doscientas personas, mientras los soldados cazaron a los que habían huido. El conflicto de Canaena duró unos días, sus consecuencias, años. Lo mismo podría aseverarse respecto de Río Blan¬co. Ambos movimientos estremecieron la estructura del porfiriato, pu¬sieron de relieve la intolerancia de la dictadura y, sobre todo, su incapacidad para dar una respuesta positiva a las demandas de los trabajadores.
A pesar de la represión, la solidaridad se dio por todo el país. En ambos casos, el ejército de la dictadura había actuado en contra de obreros mexicanos para proteger intereses de extranjeros. El senti¬miento nacionalista creció y el repudio al viejo general Porfirio Díaz fue aumentando.
Crisis Del Porfirismo
La crisis de la dictadura porfirista se expresa en todos los niveles de la vida del país. No fue sólo la crisis de un sector, sino que fue económica, política y social. Se habían acumulado una gran cantidad de tensiones de todo tipo, y aunque la apariencia de paz y orden que había forjado el dictador ocultaba la realidad, no tardaría ésta en aflorar violentamente. El último periodo presidencial de Díaz se vio conmocionado por graves crisis económicas y por amenazantes conflictos sociales.
Pacificación
El primer objetivo de Porfirio Díaz era la pacificación del país, la cual era necesaria para desarrollar la economía. La población apoyaba este deseo, ya que estaba harta de la inestabilidad de los pasados cincuenta años.
A los generales sediciosos, Díaz los combatió en el campo de batalla o les paró derrotando sublevaciones ya en su nacimiento. "Díaz se puso en plan de filósofo militar y dijo: 'Vale más prevenir un desorden y cortar cualquier asonada que combatirla después que ha estallado' ".Otra parte del ejército se ocupó de los indios desobedientes como los apaches y los yaquis, combatiéndolos con métodos bárbaros. Con los bandoleros, el tercer grupo de enemigos de la tranquilidad pública, se acabó aprovechando de la ley contra plagiarios y ladrones y de la ley fuga. Con el mismo rigor se contuvieron las tendencias rebeldes en el campo, aceptando que se produjeran numerosas víctimas inocentes.
La pacificación costó mucho dinero, pero al final se consiguió. Para asegurar esta paz porfírica instaló varios medios represivos.
Progreso Económico
Porfirio Díaz realmente logró que se desarrollara la economía y la infraestructura. Por ejemplo extendió la red de ferrocarriles de unos 700 kilómetros al principio de su gobierno, a unos considerables 25.000 kilómetros en 1911. La red telegráfica creció con la misma velocidad de 9000 Km en el ano 1877 a 40.000 Km diez anos después. Se construyeron puertos en las dos costas para conectar mejor con el mercado mundial y desatarse de la dependencia de América de Norte. La producción de plata se quintuplicó durante el Porfiriato, la industria textil, la metalurgia y la industria transformadora aumentaron la producción, las exportaciones subieron el triple y las importaciones unas seis veces.
Sin embargo, todos esos éxitos no pueden esconder que también había defectos en la economía. El crecimiento en la agricultura sólo suponía la mitad del crecimiento de la industria, así que México al final tuvo que importar productosalimenticios. Aparte de eso en las ciudades no se logró absorber la mano de obra que huyó del campo en busca de trabajo. Y - quizás siendo el aspecto más importante - la dependencia del extranjero creció paulatinamente, porque el capital invertido en ramas como la minería, el petróleo y la industria pesada casi siempre era capital extranjero.
Las superficies cultivadas, que antes habían sido propiedad común de las comunidades en los pueblos (es decir, los ejidos), también se vendieron al extranjero, así que más o menos la quinta parte del suelo se pasó a empresas extranjeras.
Entonces la economía verdaderamente floreció, pero se acentuó demasiado una política maquiavélica, sin tener en cuenta las desventajas que iba a traer.
Concentración del poder de Díaz
El ejército quedaba bajo disciplina de guerra y estaba omnipresente en el país. Impedía que se pudiera desarrollar una rebelión contra el estado, tanto por matar directamente a sus enemigos como por meterles forzadamente en las tropas.
El campo lo controlaban sobre todo los rurales, una policía montada que consistía en delincuentes reclutados, en total una tropa de 3000 hombres. Como tercer grupo ejecutivo existía la policía regular y la policía secreta. Todos podían aprovechar la ley fuga, casi un equivalente a la pena de muerte. La ley les daba el derecho de fusilar a los delincuentes si trataran de escaparse; claro está que eso dio paso a interpretaciones muy generosas. Los que acabaron en la cárcel no fueron más afortunados, como la insalubridad total, que pronto causó la muerte. Otros fueron mandados a las plantaciones en Quintana Roo, Yucatán o Veracruz, donde los presos normalmente no sobrevivían más de un ano por las condiciones de trabajo en un clima insoportable, o fueron forzados a luchar contra los mayas.
Todo esto explica por qué no era posible que se formara una movida de resistencia; el poder del Porfiriato ya había llegado a un punto incombatible
Sistema político
En el campo político Díaz también concentró su poder. Centralizó el poder bajo el lema "poca política, mucha administración", es decir, él nombró los jefes regionales, los caciques, sin que estos fueran elegidos por la población. Si los caciques llegaran a serle incómodos a Díaz, les despedía. Se habla de la política de pan y palo; las personas que le apoyaban a Díaz conseguían poder y riqueza, los enemigos del sistema experimentaban toda la dureza del líder. Su pasado como soldado exitoso le permitió controlar bien el militar. Introdujo la censura de la prensa. La iglesia no estaba en contra de Díaz, porque él la toleraba aunque las leyes, que todavía provenían de la era de Juárez, eran muy anticlerical. En 1890 cambió el artículo 78 de la constitución para permitirle la reelección indefinida. Así el sistema iba desarrollándose hacia una autocracia. En el gabinete estaban los llamados científicos, intelectuales jóvenes que se preocupaban de la teoría del positivismo y de la tecnocracia.
La realidad de la población La situación de los campesinos.
Para la gente del campo la situación empeoraba. Los ejidos, es decir, el suelo que había pertenecido a la comunidad de un pueblo ya en los tiempos precolombinos, los adquirieron los hacendados o empresas extranjeras.
Más de un cuarto de la superficie de México pasó a manos de 834 personas. Eso muestra cómo se percibía a los indígenas: No fueron reconocidos como propietarios de las tierras comunes. Como consecuencia, los campesinos se quedaron sin tierra y tuvieron que trabajar como peones para los latifundistas. En efecto una tercera parte de la población mexicana estaba esclavizada de esta manera. El peonaje funcionaba así: Los trabajadores debían dinero al hacendado y entonces estaban obligados a trabajar para este. Este les pagaba un salario de hambre, pero no en efectivo, sino en vales que sólo se aceptaban en la tienda de raya del mismísimo hacendado, donde los precios eran exorbitantes. Entonces los peones tenían que pedirle aún más dinero al hacendado y las deudas se transmitían de padres a hijos a nietos. Una jornada normalmente consistía de unas doce horas, no había días libres y los trabajadores podían ser forzados a latigazos.
El gobierno de Díaz apoyaba todo esto, ya que estaba más interesado en la economía que en el bienestar de la población. Los peones no se podían escapar de su esclavitud, porque en este caso los rurales aplicaban la ley fuga. La iglesia católica, tolerada por Díaz, tampoco se metía en estos asuntos.
La situación de los obreros.
Los obreros que no trabajaban en el campo no vivían mejor. Los salarios estaban bajísimos para todos, sea para los sirvientes domésticos o para los soldados de línea. Sin embargo, los gastos de vida estaban tan altos como en los Estados Unidos.
Turner aduce que en 1909 el maíz, por ejemplo, costó casi el doble en la ciudad de México que en Chicago. Además describe las condiciones de alojamiento que sufrieron muchos. Menos de un 20% de las casas en la capital tenían abastecimiento regular de agua, lo cual llegó a una insalubridad fatal.
Los trabajadores no tenían derechos. No existían sindicatos, las huelgas estaban prohibidas, incluso se castigaba el sólo intento de pedir una alza de los salarios.
Solamente estaban permitidos las asociaciones mutualistas, "herencia de pasados días".
No obstante, en 1906 se produjo una huelga en una mina de cobrenorteamericana en Cananea, The Cananea Consolidated Copper Company. Los obreros exigieron entre otras cosas una subida del sueldo a cinco pesos, una jornada de ocho horas, el derecho a ascenso y una cuota de tres cuartos de trabajadores mexicanos y un cuarto de extranjeros. Eran los primeros en reivindicar semejantes cambios. La polémica estalló pronto, cuando los hermanos Metcalf arrojaron agua sobre los manifestantes y estos respondieron echando piedras, lo que llegó a la contrarrespuesta de matar a un obrero de un tiro. Al final del día habían fallecido diez trabajadores y los hermanos Metcalf. Entonces el gobernador de Sonora, Rafael Izábal, pidió ayuda a los americanos pretextando una guerra racial, y la huelga se acabó violentamente. A los líderes los metieron en la cárcel.
Otra huelga en el estado de Veracruz incluso muestra más claramente el papel de Porfirio Díaz en la opresión del pueblo. En una fábrica textil de Río Blanco se organizó un circulo de obreros que pronto convocó a paros y huelgas. Tanto los obreros como los empresarios pidieron ayuda a Porfirio Díaz, que decidió que el día siete de 1907 los obreros volvieran al trabajo. Cuando los obreros se negaron y siguieron en huelga, Díaz mandó al ejército. Al final de la lucha estaban muertos o heridos unas doscientas personas, mientras los soldados cazaron a los que habían huido. El conflicto de Canaena duró unos días, sus consecuencias, años. Lo mismo podría aseverarse respecto de Río Blan¬co. Ambos movimientos estremecieron la estructura del porfiriato, pu¬sieron de relieve la intolerancia de la dictadura y, sobre todo, su incapacidad para dar una respuesta positiva a las demandas de los trabajadores.
A pesar de la represión, la solidaridad se dio por todo el país. En ambos casos, el ejército de la dictadura había actuado en contra de obreros mexicanos para proteger intereses de extranjeros. El senti¬miento nacionalista creció y el repudio al viejo general Porfirio Díaz fue aumentando.
Crisis Del Porfirismo
La crisis de la dictadura porfirista se expresa en todos los niveles de la vida del país. No fue sólo la crisis de un sector, sino que fue económica, política y social. Se habían acumulado una gran cantidad de tensiones de todo tipo, y aunque la apariencia de paz y orden que había forjado el dictador ocultaba la realidad, no tardaría ésta en aflorar violentamente. El último periodo presidencial de Díaz se vio conmocionado por graves crisis económicas y por amenazantes conflictos sociales.
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