Las “democracias populares” (1953-1989)
Los regímenes comunistas en Europa central y oriental se caracterizaron por una gran inestabilidad. El hecho de ser percibidos por la mayor parte de la población como sistemas políticos “impuestos” por el Ejército Rojo, el bajo nivel económico de la mayor parte de la población y la falta de libertades explican la fragilidad política de las “democracias populares” y la brutal represión que tuvieron que aplicar la URSS y los partidos comunistas para mantener las dictaduras.
Las revueltas se sucedieron a lo largo de este período:
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En 1953, las protestas surgidas por las duras condiciones
económicas a las que se veían sometidos los obreros berlineses se extendieron a
la mayor parte de la República Democrática Alemana, la Alemania comunista. El
ejército soviético, que ocupaba el país, reprimió duramente la rebelión.
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En 1956, animados por la desestalinización promovida por Jruschov, sendos movimientos de
reforma triunfan en Polonia y Hungría. Mientras que el líder polaco Gomulka
cedió prudentemente ante las exigencias soviéticas y evitó el enfrentamiento, Imre Nagy en Hungría se puso al frente de una revolución
democrática. Los tanques soviéticos pusieron fin con enorme violencia a la
rebelión.
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En 1968, el líder comunista reformista checoslovaco Dubcek trata de aplicar un “socialismo con
rostro humano”. La “primavera de Praga” fue un corto período de libertad
interrumpido por la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia en agosto de
ese año.
·
A partir de la década de los setenta, Polonia se convierte en el
centro de la contestación. En 1980, una gran oleada de huelgas fuerza al
gobierno a reconocer un sindicato independiente, Solidaridad, dirigido por Lech Walesa. Ante las amenazas
soviéticas, el propio ejército polaco interviene y se establece en 1981 un
gobierno militar comunista dirigido por el general Jaruzelski.
La
permanencia del sistema comunista en las “democracias populares” se basó
durante más de cuarenta años en la imposición militar soviética. Cuando, en la
segunda mitad de los ochenta, la presión de Moscú se alivió, las “democracias
populares” cayeron una tras otra.
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