El estalinismo: una dictadura totalitaria
Stalin no hubiera podido nunca llevar a la práctica un programa económico
con tan terribles costes sociales sin mantener un control férreo de la sociedad
y el estado soviético.
Desde un principio, su política se basó en la aplicación del terror
generalizado contra todos sus reales o supuestos enemigos. Los “trostkistas”,
los campesinos contrarios a la colectivización, los partidarios de la NEP, en
fin, cualquier persona “socialmente peligrosa” fue perseguida de forma sistemática.
Una característica específica del estalinismo es la importancia de la
represión dentro del propio partido comunista. El partido se convirtió en un
instrumento absolutamente dócil a la voluntad del dictador mediante una serie
de “purgas” que acabaron con cualquier tipo de oposición al líder.
¿Por qué tuvieron lugar esas oleadas de terror arbitrario sobre el propio partido comunista? El poder en la URSS residía en el partido comunista y este partido estaba organizado jerárquica y verticalmente. Al frente estaba el Comité Central, subordinado al Politburó (oficina política), que, a su vez, estaba bajo la autoridad absoluta del Secretario General, Stalin. Manteniendo el terror sobre la organización del partido, Stalin consiguió centralizar completamente el poder en sus manos.
¿Por qué tuvieron lugar esas oleadas de terror arbitrario sobre el propio partido comunista? El poder en la URSS residía en el partido comunista y este partido estaba organizado jerárquica y verticalmente. Al frente estaba el Comité Central, subordinado al Politburó (oficina política), que, a su vez, estaba bajo la autoridad absoluta del Secretario General, Stalin. Manteniendo el terror sobre la organización del partido, Stalin consiguió centralizar completamente el poder en sus manos.
Las “grandes purgas”, también conocidas como los procesos de Moscú, se
iniciaron en 1934, tras el asesinato de Sergei Kirov, jefe del partido en
Leningrado (San Petersburgo) y uno de los hombres de confianza de Stalin. En los años siguientes una ola de terror barrió la URSS. El mundo
asistió atónito al espectáculo de una serie de juicios-farsa en la que muchos
viejos dirigentes bolcheviques confesaban los peores crímenes
contrarrevolucionarios. Tras ser drogados, torturados e intimidados, los
miembros de la “vieja guardia bolchevique” confesaban que llevaban años
conspirando contra la revolución.
Los datos son expresivos. En 1939, el 70 por ciento de los miembros del
Comité Central del partido en 1934 habían sido purgados. Entre los oficiales de
las fuerzas armadas, el 90 por ciento de los generales fueron ejecutados o
deportados a campos del Gulag. Para asentar su poder, Stalin destruyó una gran parte de la dirección del partido, de la
administración civil y del ejército, debilitando de forma importante al país.
Las purgas tuvieron su colofón en el asesinato de Trotsky en México en 1940 a manos de un
agente de la NKVD, el español Ramón Mercader. Pocos años antes, durante la
guerra civil española, la persecución estalinista había llevado a la
“desaparición” de Andreu Nin, líder del POUM, partido donde se agruparon los
seguidores de Trotsky en nuestro país.
La represión no afectó sólo a los miembros del partido. La sociedad
soviética en su conjunto sufrió las consecuencias de la dictadura. El año 1937
se convirtió en un siniestro símbolo del sistema de terror estalinista. En la
memoria de muchos soviéticos el “Treinta y Siete” sobresalió por la magnitud de
la represión. En la “purga” de 1937-1938, más de un millón setecientas mil
personas fueron arrestadas por acusaciones de índole política. El número de
personas “purgadas” de sus cargos superó los dos millones. Se calcula que más
de 700.000 soviéticos fueron ejecutados.
Como consecuencia lógica de la concentración de poder en manos de Stalin, en la URSS se instituyó un verdadero “culto a la personalidad” del
líder. La figura de Stalin fue sometida a una continua adulación, a una verdadera adoración,
en todos los estamentos de la sociedad soviética.
R E G R E S A R A MOVIMIENTOS CASTRENSES
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