Para comenzar, el franquismo se oponía completamente al comunismo. De hecho, uno de los lemas del franquismo era el Centinela de Occidente, refiriéndose a que esta ideología no permitiría que el comunismo llegara a España ni el resto de los países occidentales. Es así como se rechazó todo tipo de ideologías de izquierda, ya sean los revolucionarios o los burgueses democráticos.
También se oponía al liberalismo (Antiliberalismo) y el sistema parlamentario (antiparlamentarismo). Esto último se fomentaba en base a la acusación de que los partidos políticos habían llevado a España a la decadencia absoluta. Como remedio a esto, Franco proponía la llamada democracia orgánica, la cual se basaba en la elección realizada indirectamente por el Estado de los representantes del pueblo, una suerte de sistema semidemocrático.
Por otro lado, el régimen se caracterizó por la instaurar un único partido político, llamado la FET de las JONS (Falange Española Tradicionalista de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), declarándose el resto de los partidos políticos como ilegales.
Al igual que los partidos políticos, los sindicatos de trabajadores también se encontraban prohibidos y de la misma forma del ejemplo anterior, se crea un sindicato único, regulado desde el gobierno.
En cuanto a lo social, durante la dictadura se prohibió el uso oficial de las lenguas cooficiales (como el catalán y el euskera), las banderas y símbolos nacionalistas, creando un fuerte Centralismo. Esto también se relacionaba con el importante control de los medios de comunicación, reduciendo las editoriales de periódicos a contados ejemplares como el Alcázar, El Ya o el Diario Arriba, regulados por el Estado y convenciendo al pueblo de alejarse de los movimientos obreros.
La iglesia también era una de las principales regularizadoras de la información, al menos al principio de la dictadura, motivo que impulsó al Nacionalcatolicismo.
Por último cabe destacar la exaltación por lo tradicional, recordando las épocas de esplendor de España, como el Siglo de Oro español, los Reyes Católicos, etc. Otro de los símbolos recurrentes era la presencia del militarismo en las calles y la propaganda, dado a la naturaleza de Franco, siendo éste la figura principal que encabezó la dictadura.
De este modo, la política se infundió e un totalitarismo absoluto, dominando todos los aspectos nacionales, políticos y sociales creando una profunda marca en la historia de España.
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